
Los jóvenes, en cada situación, en cada región de la tierra no dejan de interesarse y de cuestionarse por Cristo...
"Si saben seguir el camino que Él indica, tendrán la alegría de aportar su propia contribución para su presencia en el próximo
siglo y en los sucesivos, hasta la consumación de los tiempos, Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre" (Juan Pablo II)
¿QUIÉN ERES FRANCISCO?
Hoy soy tu hermano pero fui un joven que buscó el prestigio, la riqueza y el poder... viví una juventud agitada
y superficial, pero sentí un vacío grande. Fue entonces cuando me encontré con el buen amigo, Jesús, y lo vi Pobre y Crucificado.
El me condujo entre los pobres y leprosos, entre los mendigos y los que no conocían su Evangelio. Y me propuse seguir sus
huellas... quise ser sembrador de Paz y Bien para todos los hombres y mujeres... quise compartir los gozos y esperanzas, las
tristezas y las angustias de toda la humanidad Descubrí, entonces, lo que significa realmente el amor a Dios y el amor a los
hermanos...
¿QUÉ NOS ENSEÑAS?
Yo no enseño nada nuevo... sólo quise vivir el Evangelio, a la letra. Lo decidí cuando vi que Jesús se hizo
pobre por nosotros... cuando oí que nos mandaba ser hermanos de todos... cuando lo vi humillado y servidor, sin tener donde
reclinar su cabeza. Cuando lo escuché diciéndome que si quería ir con El, tenía que despojarme de mí mismo y de todas mis
riquezas y repartirlas entre los pobres. Él es quien nos enseña que tenemos un Padre en quien confiar... y que ese Padre es
el único, total y sumo Bien Deje padres, casa y aspiraciones, pero me volví rico en todo lo que había abandonado.

PERO ESO FUE EN EL SIGLO XIII
...
¿Crees que mi tiempo era muy distinto?
Había guerras, diferencias, muchos pobres y enfermos abandonados, todos querían tener más; se luchaba por el poder. El Señor
había sido olvidado, los hombres ya no eran solidarios, todos ambicionaban el poder. El egoísmo, la envidia, la injusticia
y la desesperanza abundaban... violencia por todas partes. ¿No te parece estar ante un noticiario de este tiempo? Pues bien,
en medio de una sociedad semejante, los que nos comprometimos con el Evangelio logramos demostrar que la Palabra de Cristo
podía ser vivida... Sólo que para eso tuvimos que optar, aunque las bienaventuranzas que el mundo nos mostraba parecían más
atractivas nos decidimos por las del Evangelio. Y hoy día habría que hacer lo mismo, porque el Amor tampoco es amado en la
persona de los hombres.
HABLAME DE TUS HIJOS...!
Cuando empecé a vivir el Evangelio,
muchos se acercaron a mí. El Señor me dio hermanos... Y yo les dije que no había otra cosa que vivir como Jesucristo había
vivido. Hombres y mujeres; solteros y casados nos unimos para formar una nueva Familia dentro de la Iglesia. Y el Señor Papa
nos aprobó. Y vi que nacía la Orden de los Hermanos Menores; la Orden de las Damas Pobres de Santa Clara y la Orden de Penitencia.
Y puedes ver hasta el día de hoy a estos mis hermanos en el mundo entero, tratando de ajustar su vida a la de Cristo y esforzándose
por ser instrumentos de justicia y paz. Religiosos o laicos, dedicados al trabajo o a la contemplación, testimonian ante el
mundo, con su palabra y su vida, que sólo Dios es Bueno.

¿PARA QUE ME QUIERES FRANCISCO?
No soy yo quien te llama. Es el
Señor que te pone en el mismo camino que recorrí. Si El te lo pide es porque te necesita. Porque quiere una sociedad en la
que se viva la justicia, la paz, el amor y la libertad. Porque quiere que se testimonies más la humildad y la mansedumbre...
Porque quiere sembrar más fraternidad a través de ti. Porque quiere que seas instrumento de su paz. Porque quiere enseñar
a los hombres a vivir libres frente a los bienes de la tierra. Porque quiere que no sólo los hombres, sino que toda la naturaleza
sea también llamada hermana y respetada como tal. Y si te preguntas por qué a ti, la respuesta es muy simple: El suele elegir
lo despreciable de este mundo, lo débil, lo ignorante.
¿TAMBIEN EN CHILE...?
Claro que sí!. En el mundo sigue
faltando el amor, y también en Chile. ¿No has visto cómo lloran los pobres? ¿No te duelen las divisiones que se dan entre
hermanos? Esa es la razón por la que desde 1553 mis hermanos peregrinan por estas tierras chilenas. Y hoy día te ofrecen un
camino por el cual puedas tú servir a Dios. No te ofrecen un trabajo determinado, sino una forma de vida, una espiritualidad,
un modo distinto de mirar el mundo, a los hombres y al mismo Dios. Ya podrás desarrollar tus propios talentos preparándote
y sirviendo en cualquier oficia: como teólogo u obrero; poeta o científico; eremita o misionero. En la Orden lo puedes vivir
para que seas fiel a lo que el Señor te ha encomendado. Lo único que se te pedirá es que sirvas a los demás, especialmente
a los marginados, como Hermano Menor, humildemente y sin oprimirlos. Porque así lo hizo Jesús.
¿QUÉ HAGO ENTONCES?
En muchos lugares del país podrás
encontrar a algunos de mis hermanos que pueden ayudarte a encontrar un camino. Seguramente ellos podrán explicarte cuales
son los pasos que tiene que dar para llegar a formar parte de nuestra fraternidad. Te dirán que no basta con dar el primer
paso, sino, que tendrás que vivir paulatinamente tu incorporación a la Orden de los Hermanos Menores. Te pedirán tus estudios
medios aprobados y un compromiso estable con la Iglesia; requisitos previos para todo el que comienza su aspirantado. Este
consiste en jornadas periódicas a las que serás llamado por el equipo de pastoral vocacional.
Cuando hayas conocido los fundamentos
de nuestra vida, se te invitará a vivir el postulantado durante un año, en el cual irás pasando de la vida laical a la vida
religiosa. El noviciado que viene después, dura aproximadamente un año y medio. Experimentarás vitalmente lo que es nuestra
vida evangélica.
Seguirás tu preparación en el posnoviciado
después que hayas emitido tus votos temporales durante cinco años... en que profundizarás los conocimientos de tu vocación
y podrás iniciar tus estudios y experiencias pastorales de acuerdo al llamado que sientas.
Finalmente, la profesión de votos
perpetuos: te has preparado, has discernido, puedes consagrarte definitivamente.
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